sábado, 19 de septiembre de 2015

Cooperación Internacional y Desarrollo.


Clubes. Agendas Post2015 y un Tejido Social involucrado en la Cooperación.

Un club, es una sociedad fundada por un grupo de personas con intereses comunes y dedicada a actividades de distinta especie, ¿pero qué ocurre cuando esta clase de clubes nacen del movimiento cíclico de un grupo de estados que comparten los datos de crecimiento más preocupantes de nuestro tiempo?

Paul Collier, Director del Centro de Estudios de Economías Afroamericanas de la Universidad de Oxford, en su libro El Club de la Miseria, acuña este término al que pertenecen más de cincuenta países que no tienen capacidad comercial, ni esperanza para ella; entre los que se encuentran Sudan, Somalia, la República Centro Africana y la República Democrática del Congo. En el ensayo aúna las cualidades de estas sociedades y las herramientas que el mundo tiene a su disposición para enfrentarse a los problemas que padecen los países que pertenecen a este club, cuya resolución supone un bien público mundial de difícil logro.

En las sociedades del Club de la Miseria, las actividades sociales y de esparcimiento, la realización de actividades de intercambios de ideas, las actividades formativas e informativas, los debates, las acciones de defensa, y la organización de actividades de cualquier índole a favor de terceros, van encaminadas siempre al beneficio de unos cuantos, que por desgracia, son aquellos que se encargan de trazar el recorrido idóneo para el crecimiento de estos estados. Gracias a una mala gestión basada en políticas de desgobierno , corrupción y a las ayudas o políticas internacionales que no cumplían sus verdaderas funciones, se han quedado atrapados en un bucle en el que los conflictos, los recursos naturales, la ausencia de litoral y la mala acción de gobierno, juegan en contra de una ciudadanía formada por mil millones de personas sumidas en la desesperación y que saben que mucho más lejos de donde ellos se encuentran, hay otros clubes que disfrutan sin tapujos de una prosperidad sin precedentes, sin indicios de verse mermada en las próximas décadas.

Este Club del que hablamos, formado por sociedades míseras donde cualquier atentado de cambio impulsado desde el interior, consiste en una auténtica lucha entre los valerosos individuos que desean el cambio y los arraigados intereses de los que lo rechazan, precisan de una Ayuda Consolidada Internacional, con mecanismos y herramientas que les permitan una estabilidad gubernamental, basada en políticas económicas que siembren el desarrollo en sus territorios. ¿Pero cómo se consigue eso?

La respuesta a lo largo de la lectura, se va traduciendo en una estabilidad normativa y una política internacional que observa la resolución de conflictos como mejora de paisajes futuros y no como oportunidades de las que sacar ventajas económicas o estratégicas, lo que conlleva la necesidad de un cambio de mentalidad no sólo dentro de los organismos e instituciones internacionales dedicados al desarrollo, si no también en las masas electorales, que en la actualidad ven el plano de la Cooperación Internacional como un lugar farragoso donde se mezclan operaciones, programas y ayudas sin transparencias, con vulnerabilidades que se sostienen en el tiempo por decisiones políticas.

El ensayo de Paul Collier es una buena herramienta como acercamiento a las diferentes circunstancias y prácticas que han llevado a más de cincuenta países a ocupar un puesto en uno de los clubes con menores perspectivas de futuro y desarrollo del mundo. En él se establece un posible plan de acción que puede servir como base de reflexión a próximas prácticas encaminadas al desarrollo, debiendo nacer este de la liberación de las trampas en las que se ven inmersos y de una Ayuda Oficial inyectada para el verdadero crecimiento político, económico y humanitario, llevándose a cabo a través de una gestión de la ayuda de forma más ambiciosa, enfocada al desarrollo de valores democráticos y no a la financiación de los propios problemas que acechan a estos estados.

El Plan de Acción que expone Collier establece las señas de cómo hacer frente a las trampas que atan a los países miembros del Club de la miseria; El autor va desgranando las trampas y los instrumentos para su solución:

En cuanto a las guerra civiles y los golpes de estados, presenta dos ámbitos de acción que son la posguerra y la labor preventiva ante una recaída, apostando por una presencia prolongada de cuerpos militares extranjeros para asegurar las normativas internacionales sobre democracia y transparencia.

Hemos dicho que el ensayo es una buena herramienta de reflexión, ya que si es necesario como hemos dicho anteriormente, un cambio de mentalidad dentro de organismos e instituciones, en cuanto a la utilización de fuerzas militares para el mantenimiento de la estabilidad en territorios sensibles, es primordial fomentar la reflexión en el significado que poseen los cuerpos militares y de seguridad en la actualidad, ya que se ha visto viciado por prácticas anteriores que han ido creando una desconfianza general en este tipo de acciones por la ciudadanía.

La reflexión necesaria sobre qué significa un cuerpo militar para un estado (ya sea en desarrollo o en vías de.) relacionándolo con funciones y conceptos democráticos que deben ser verdaderamente protegidos, ayudará a que las futuras prácticas militares puedan ser consecuentes con su ciudadanía, que son quienes consienten esa presencia en el extranjero, y quienes la apoyan. Mientras no se resignifique e identifique con valores que realmente protejan los derechos humanos de las personas y realicen acciones y prácticas visibles en favor del desarrollo, la toma de un territorio por fuerzas militares en fomento del mismo, se seguirá viendo como el establecimiento de posiciones estratégicas por parte de cualquier estado, como ya ha ocurrido.

El mal gobierno, los recursos naturales, entre otros factores, llevaron a Irak a ser ocupada y a convertirse en un Estado Fallido, siendo el precedente para que ningún país con las mismas características se vea envuelto en una intervención militar para transformarlo, por lo que Collier, en cuanto a las trampas que pueden permear de la explotación de los recursos naturales, insiste que para la resolución de las mismas es necesario promover la elaboración de leyes y normas internacionales que ayuden a los políticos de las sociedades del club de la miseria, para que de esta manera les sea más fácil luchar por reformas desde dentro de su gobierno.

Otra de las trampas que puede pronunciar la entrada de los países en este club es aquella que combina la no salida al mar, con la presencia de vecinos reacios a establecer relaciones. De esta trampa no hay una solución todavía establecida que se aleje de la ayuda financiera clásica; una posible ayuda oficial centrada en la creación de infraestructura de comunicación y la búsqueda de posibilidades entre vecinos sería un buen comienzo para poder saldar esta trampa, lo que conllevaría también establecer mecanismos de control que repelan la corrupción en estos proyectos, fomentar la transparencia y una política común que favorezca el comercio entre países colindantes, una tarea ardua al soler estar sus comunicaciones limitadas por diferentes conflictos e intereses.

Y por último la trampa del mal gobierno, ante la cual solo puede hacer frente, una lejana normativa internacional que trabaje prácticas comunes contra la corrupción, persiguiendo a aquellos gobiernos corroídos por el paso de políticos que solo pretendían enriquecerse durante su periodo en el poder, y estableciendo medidas de castigo contra aquellos que realicen acciones contrarias a estas leyes, como por ejemplo viciar la ayuda, la seguridad del estado, o sus políticas comerciales.

Estas leyes internacionales tienen un largo camino que recorrer, ya que una normativa global democrática se encuentra todavía, y se seguirá encontrando, grandes obstáculos. Hablar sobre ellas sería tener conversaciones sobre otro futuro; uno en el que se aúnan voluntades, y eso en un mundo fragmentado como en el que vivimos, es complicado, pero se puede alcanzar. Solo hace falta prestarle una ayuda eficaz a los miembros de este club, que sea de calidad y que tenga un mecanismo de protección internacional que favorezca su buen desarrollo.

En la actualidad, los fines y actividades de los clubes que solemos conocer son muy diversos y dependen del motivo por el que las personas se hayan asociado. ¿Qué une al club más poderoso y al último en esa misma cola?¿Qué une al G-20 y al Club de la miseria?

La transformación social, la implicación y los instrumentos necesarios, son los antecedentes al cambio, las sinergias, los lazos políticos y el cultivo de los derechos humanos, son parte de los instrumentos. Los ciudadanos de los países desarrollados tienen la responsabilidad de no volver a soportar otras catástrofes que limiten las relaciones internacionales y fomenten la exclusión de estados a través de políticas excluyentes e intereses que se alejan del desarrollo mundial.

El G-20 como espacio para reflexión y foro de cooperación, tiene una presencia especial en la reforma del orden económico mundial, y ha pasado a convertirse en el foro más importante para la toma de decisiones en materia de economía mundial; por lo que puede pronunciar esa transformación social a través de la reflexión, búsqueda y crítica de una normativa internacional que pueda servir de herramienta efectiva a los gobiernos del Club de la miseria, haciendo más factible así su desarrollo e iniciando y fomentando la disminución de forma progresiva de uno de los grandes problemas a los que se enfrenta el bien común.

Si se siguen empleando los métodos actuales, los países del Club de la miseria, formado por mil millones de personas que habitan un territorio estancado económicamente y corroído por las malas prácticas, continuarán acompañando a los otros cinco mil millones de habitantes del mundo en vías de desarrollo a los que evalúa los objetivos de Desarrollo del Milenio. La finalización de estos últimos dan paso a un periodo de reflexión y crítica sobre los resultados, además de la necesidad de configurar nuevos marcos de actuación que se adapten a un contexto actual.

La Cooperación Internacional Española, en este contexto internacional marcado por la finalización de la agenda de los objetivos de Desarrollo del Milenio, configura a través del Plan Director su agenda post 2015, añadiéndole los resultados de la Cumbre Rio+20, la Alianza global para un desarrollo eficaz de Busan, el programa para el Cambio de la Unión Europea y el plan de acción de desarrollo de la agenda del G20.

Con la intención de contribuir al desarrollo humano, la erradicación de la pobreza y facilitar el pleno ejercicio de los derechos humanos, la Cooperación Española se moverá dentro de los próximos cuatro años en ocho orientaciones donde se desarrollarán diferentes líneas de actuación que proporcionarán un marco más específico con estrategias sectoriales (Educación, salud, género, protección social, prevención, crecimiento económico inclusivo, seguridad alimentaria, sostenibilidad ambiental, etc). Estas líneas proponen algunas categorías que permiten establecer un trabajo diferenciado para cada contexto y ayudan a definir el nivel de Resultados de Desarrollos a los que la Cooperación Española va a contribuir; esta por su parte, fomentará diálogos y acuerdos con los países socios, con los que se establecerán los Marco de Asociación País, dentro de los cuales encontramos algunos miembros del Club de la Miseria, y sobre los que se intentará llevar una Ayuda Oficial Coherente y Eficaz.

El siguiente paso de la Cooperación Española es avanzar en la eficacia y calidad con decisión y realismo, estableciendo una mayor coherencia de políticas para el desarrollo, e impulsando un uso más estratégico en los instrumentos que posee para mejorar el impacto de nuestra ayuda, haciendo un mayor uso de la ayuda programática, integrando la cooperación reembolsable en el marco de su cooperación, y trabajando más estrechamente con otros donantes, con países cooperantes del Sur a través de la cooperación delegada, fomentando la cooperación Sur-Sur y la Cooperación triangular.

Aún así, la Cooperación Española tiene mucho camino que recorrer en cuanto a convertir la ayuda en algo más que una lista de necesidades expuesta por los países socios, y sobre todo, en cuanto a la sensibilización de sus propios ciudadanos en favor de la construcción de una ciudadanía global comprometida para el desarrollo, ya que ella misma no conecta con su propio Estado. El ciudadano medio español, está totalmente ajeno a las prácticas que ha llevado a cabo su país en materia de cooperación internacional, configurando esto una falta de sensibilidad, colaboración y participación de más de la mitad de la población.

Es cierto que la entrada del nuevo Plan Director ha supuesto nuevos mecanismos que fomentan la transparencia y la rendición de cuentas, reforzando de esta forma los compromisos internacionales y dando transparencia, a través de diferentes plataformas, a un organismo configurado dentro de un estado que ha sufrido una crisis institucional y económica; pero es necesario que mejore sus sistemas de información y comunicación. Necesita llegar a los ciudadanos para crear una consciencia generalizada que comprenda qué es la Cooperación Internacional, qué se obtiene con su eficacia y cómo es indispensable la colaboración conjunta para el cambio, desarrollo y equilibrio internacional. Su reto ahora es crear un tejido social concienciado, que no la contemple como un mero espectador, si no como un actor de la misma que puede provocar un cambio, que a gran escala puede llegar hasta las agendas de debate de los grandes Clubes.



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